"Y esa es la idea: reunir el espíritu, la compañía, el momento y la película que han de convertir ese rito cotidiano de ir al cine en algo más digno, a la altura del suceso, que es al fin y al cabo un arte, aunque séptimo”.
"Al cine o se va solo, o se va acompañado, y no hay más maneras de ir”.
“Donde mejor se sueña es en el cine y donde mejor puede irse uno a soñar es al cine. Lo de dormir ya es otra cosa, y hay otros sitios”.
"El buen cine, como la buena mesa, necesita de esa posterior y adecuada temperatura que permita asumir sin estridencias esa cosa nutritiva que se nos ha colado dentro. De una película intensa, de esas que colman la cabeza y el corazón de razones y sentires, se sale con la necesidad de que nada fuera de lugar la enturbie. Algo así como si cabeza y corazón pidieran su tiempo de digestión. Esto es comparable, en términos más prosaicos, al tiempo de atención que nos solicita el estómago durante las dos horas siguientes a un cocido en L´Hardy”.
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